Escucha a Álex Ramírez-Arballo leer su poesía, dale al play
Son iguales a su sueño: tienen del deseo una forma universal, ligera como el fuego, y van sobre anónimas pisadas de silencio. Tienen en la boca el sabor de una verdad remota. Hablan con vocablos luminosos semejantes al fulgor de la mañana. Tienen en la sangre un asomo de leyenda, un eco de algo que al caer se ha roto en los orígenes mismos de este mundo. Su ciencia es la de las estrellas: observan y miden, separan y cuentan; en sus manos nacen las sustancias que curan el temblor de los sedientos. Han sido así desde que edades atrás en la fuente maternal se hicieron hilo a hilo una misma idea de sí mismos, el mensaje y la carne que se hacía cuerpo. Eran nada y de pronto fueron. El mundo se hizo para sus pasos con la apenas música de lo que nace. Así es el día que se abre como un fruto sobre la mesa; así la noche que se aprieta como los ojos ante el horror que desconoce. No son más humanos que el que muere, no son menos dioses que el Verbo bajo la lengua. A caballo entre las horas del alba y el último telón de la agonía, se salvan sin saberlo y al hacernos nos salvan a todos con la fuerza de su vida. Han iniciado el tiempo y en ellos morirá esta mala era. Ellos tienen para sí mismos el eco, la sombra, la última respuesta.