Escucha a Álex Ramírez-Arballo leer su poesía, dale al play
Que la poesía haga lo suyo, total, es en vano intentar algo distinto. Que sea luz o piedra, cosa o no cosa, presencia o sílaba fugitiva que se pierde entre la selva de los olvidos dejándonos piel adentro la nostalgia dura de haber visto en soledad su forma precisa alguna vez. Que la poesía venga de cualquier lado si quiere venir a nuestra casa y que se siente con nosotros a la mesa para esperar la fiesta diaria del pan. Pero que hable, es lo que importa, que no se haga la callada o finja demencia silbando cosas o gruñendo como las perras con hambre tras una puerta cerrada. Que el poema arda y dé su luz y su calor, que ayude e infunda fe. Eso quiero siempre en lo que llevo a mis ojos con amor, buscando en esas páginas suaves todo el rumor de lo vivido, los remolinos del tiempo y las aguas nobles de la mar en calma y los mil soles de la verdad como mil días en la marcha feliz del que regresa, después de todos los combates, a la sombra benigna de una casa. Que el poema sea todos los poemas, una rama suave de la antigua raíz, un mismo himno en todos los lenguajes ascendiendo desde el estómago a la luz de mi garganta, haciéndose en mí, reviviendo lo que fue su causa más remota. Que el poeta sepa caminar hasta el pozo donde espera el agua que su sed reclama. Que tenga paciencia y sepa escucharse pensar al caminar, oírse en el cuerpo en movimiento porque es ahí donde germinan las palabras: no hay verso que no haya sido antes la sorda maravilla de algo vivo. La pura sustancia de un latido que mueve los internos oleajes de la sangre. Que el poeta no dé su vida por la vida, que aguarde un poco, que sea prudente y espere con el oído pegado a la ventana el rumor preciso que ha llegado desde lejos como un soplo o la clave que descifra sus urgencias. Que el poeta diga y sepa lo que dice, que confiese y sugiera y comprenda que nada hay en el poema, la poesía o en sí mismo que pueda nombrarse al margen de la vida. Lo que no he podido decir espera siempre la maduración de su momento. Estos son los argumentos de mi fe.